Desde
este espacio, quiero manifestar mi solidaridad con Jorge Eliécer Orozco Dávila,
periodista y líder de opinión, a quien, por cuenta de la denuncia instaurada
por el ex congresista Óscar Gómez Agudelo, se le han imputado cargos por el
delito de calumnia agravada; la supuesta calumnia consistió en expresar en su
columna publicada en este medio, lo que todo el país sabe de los honorables
congresistas: que tienen cuotas políticas en diferentes entidades estatales y
que interfieren en las decisiones –de toda índole- de las mismas. Si este tipo
de aseveraciones configurara realmente una falta o delito sancionable, Julio
Sánchez, de W Radio, estaría condenado a cadena perpetua; solo por citar un
ejemplo: en múltiples ocasiones, Sánchez ha manifestado en su espacio radial
–incluso de frente al mismo senador- que Roy Barreras controla la burocracia de la Superintendencia
de Salud, le ha increpado a éste por ese tema y lo ha puesto contra la pared;
que se conozca, no hay denuncia por ese hecho.
El
deber del columnista es preguntarse y, en algunos casos, responderse -como lo
hace Yamid Amat en sus entrevistas virtuales-; éste, (el columnista), tiene la
licencia que le concede la potestad de escribir en un espacio de opinión. La investigadora
académica Pastora Moreno afirma que “La columna es un ejemplo de lenguaje
periodístico personal, un instrumento de comunicación que persigue la defensa
de unas ideas, la creación de un estado de opinión y la adopción de una postura
determinada respecto a un hecho actual y relevante. Es un comentario
valorativo, analítico y razonador con una finalidad idéntica a la del
editorial: crear opinión a partir de la propia.” Eso es justamente lo que se aprecia
en el texto de Jorge Eliécer Orozco que, además, está amparado en la libertad
de expresión definida en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia.
¡Opinar
es un derecho, no un delito! Muchos irresponsables –algunos escribidores rimbombantes y
repetitivos- de los que redactan pasquines y los mandan por correo electrónico,
difunden calumnias y amoldan verdades pretendiendo imponer su punto de vista,
acomodado y vendido; incluso ellos tienen derecho a opinar; finalmente, el
lector valora el contenido de lo que tiene frente a sus ojos, según su bagaje y
la reputación de quien escribe.
Mal
precedente fijan fiscal y juez del caso, en una afrenta contra la libertad de
expresión, pues muchos de quienes escriben opinión se verán necesariamente
amedrentados ante la posibilidad de ser demandados; se abre una ventana que podría
dejar pasar los vientos de la impunidad por cuenta del temor.
Zapping:
Las Fiestas Cuyabras son de Armenia; esperamos que no aparezcan ahora intrusos
a generar discordias y a capitalizar políticamente las festividades;
Corpocultura ha planeado una buena programación cultural y deportiva, que
destaca nuestra identidad y talento.
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