Al
reducir el ritmo y terminar el vértigo de las campañas, queda espacio para la
flexión y el análisis; mucha tinta ha corrido sobre lo oportuno que fue, que
Armenia y el Quindío se manifestaran en contra de las malas prácticas
políticas. Yo ahí me limitaré a decir -no porque no tenga ideas, sino para no
redundar- que me sumo a la felicidad de saber que habrá un modelo diferente de
gobierno al del rencor, la imposición y el populismo, y decir que me siento
representado por el Padre Gobernador, Carlos Eduardo, y el Profesor, Alcalde
Carlos Mario, quienes antes que gobernantes son Padre y Profesor, ambos
filósofos, ambos humanistas.
Mas
bien, me centraré en esta columna en los modelos comunicativos de la pasada
campaña.
Uno
de los componentes fundamentales para el posicionamiento de un candidato a un
cargo de elección popular es el comunicacional; este inicia con el trabajo con las comunidades que permite
llegar personalmente a los grupos afines a las ideas del candidato y es un
ejercicio selectivo, pues generalmente asistirán a las reuniones o
concentraciones quienes se identifiquen con la filosofía del candidato o
quienes tengan intereses alrededor de la elección.
Algo
diferente pasa con la comunicación masiva y la digital; estas llevan un mensaje
a simpatizantes, apáticos y opositores; con estas, es más fácil para quienes no
se quieren dejar ver por los lados de una campaña -so pena de ser tildados de
traidores- conocer en la intimidad del hogar las propuestas y postulados de
todos los candidatos; en términos de comunicación digital, se podría hablar de
“stalkers” que no es otra cosa que los observadores silenciosos en las redes
sociales de las campañas opositoras.
Existe
variedad de ventanas de comunicación: La análoga, con las concentraciones y
mercadeo alternativo, los medios masivos tradicionales, y la digital, donde
entran múltiples alternativas que usan a las redes sociales como canal de
transmisión, con posibilidad de convergencia de medios convencionales como:
prensa, radio y tv.
El
desconocimiento de la audiencia y su segmentación, hicieron que se cometieran
errores como los apreciados en las campañas para alcaldía y gobernación que
terminaron, donde el ‘estratega’ de los derrotados en las urnas, concentró su
mensaje en el populismo, para lo cual produjeron piezas amarillistas, sumadas a
mensajes mentirosos como el de la valorización, que además fueron respaldados
por un ejército de perfiles falsos, quienes a su vez reforzaron la idea de que la
trampa prevalecía, y el insulto era el mejor argumento.
Sobre
la base de que, a través de los medios masivos y la comunicación digital el
impacto es muy alto, ese tipo de mensajes negativos rebotaron sobre los
atacantes y se sumaron a favor de quienes, como en el caso de Armenia y el
Quindío, se concentraron en proponer ideas de cambio y mantener los valores
positivos de sus campañas hasta el final –feliz- con el que se cierra esta
historia.
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