Fui
testigo de primera mano del inicio del Festival de Artes Armenia en el año 99
cuando, con Leo Echeverry su director, apoyamos las comunicaciones del evento;
sé del esfuerzo que requiere la organización de un festival de este nivel,
coordinación de traslados nacionales e internacionales, hospedaje y
alimentación para grupos numerosos, largas horas de trabajo y trasnochos, acompañados
de mucha promoción, todo esto precedido de un desgastante ‘lobby’ a la política
cultural, que no siempre es culta, y del desdén con el que miran estas
gestiones algunos, no todos, dirigentes en la región.
Aplaudo
de pie, la decisión de Teatro Azul de poner en escena el Festival, después de
tres años de ausencia; eso demuestra el compromiso con la cultura que tienen el
director y su equipo, pero a la vez deploro, con pitos y tomates, la desabrida
función de la dirigencia política regional, que pasó de agache, dejando casi todo
el esfuerzo financiero de un proceso tan complejo y costoso como la
organización del Festival, en manos de los mecenas; Teatro Azul es sala
concertada del Ministerio de Cultura; eso, además de ser un sello de calidad,
es un paliativo para las finanzas, pero es claro que con esos recursos no se
alcanza a pagar ni uno de los grupos o artistas invitados.
El Festival
es un regalo para todos porque, con el arte gana la gente, con la cultura crece
el alma, con el teatro se refresca el espíritu, dando un respiro al vertiginoso
ritmo digital a través de lo análogo, representado en el cuerpo presente, en la
relación artista-público y en la convivencia en un mismo espacio.
Aquí
se aplica, con precisión absoluta, la máxima popular ‘Todo por el arte’; espero
que la ciudadanía sepa apreciar la oportunidad y valorar el esfuerzo realizado
por los gestores culturales.
Zapping: Dando un salto de lo análogo a
lo digital, es de resaltar una iniciativa del Festival de Cine Creative Commons
de Barranquilla, que aunque suene distante, no lo está, pues han decidido hacer
un experimento de creación colectiva, convocando a los guionistas y
realizadores de todo el mundo -y ahí cabe el Quindío- para que bajen y
modifiquen historias escritas por guionistas nacionales y extranjeros; la idea
es tener diferentes interpretaciones y versiones del guion, en piezas
audiovisuales que, igualmente, contarán con licencia libre.
Otra
forma de demostrar que el arte y “lo creativo, si es compartido es más
divertido”, como ellos mismos lo dicen.
Jorgeurrea@jurrea.com @jorgeurrea
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