El término
televisión, etimológicamente, hace referencia a la posibilidad de ver a
distancia; por lo tanto -y a propósito
de que el 21 de noviembre fue el día internacional de la televisión-, a pesar
de las múltiples nuevas pantallas o la tan mentada convergencia, ¡la Televisión
no morirá!; se perpetúa en cada uno de los soportes sobre los que se exhibe la
imagen en movimiento (celulares,tabletas,computadores,etc.),llevándola
igualmente, a través de ellos, a la distancia, mientras que cuenta historias
que se adaptan al formato en que se consume el contenido.
La ‘tele’,
es pues, un concepto que sobrepasa las definiciones técnicas y que, desde su
apropiación comercial -hace más de 80 años se ha convertido, por su capacidad
de penetración y preponderancia, en el método más eficiente para llegar a las
masas; no en vano, la Organización para las Naciones Unidas (ONU), la considera
como “una de las protagonistas clave, por su influencia cada vez
mayor en el proceso de adopción de decisiones, al haber sido los ojos del mundo
en muchos conflictos y otras amenazas para la paz y la seguridad”.
La
televisión convencional, consumida en dispositivos de recepción estándar,
(televisores), continúa en crecimiento; pronósticos presentados por Mediacom y
citados en un estudio de la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) en
2012, establecen que, a pesar de las transformaciones, la televisión no perderá
su lugar de influencia y seguirá representando gran parte del entretenimiento
del hogar; es ahí donde radica uno de los puntos clave para un país como
Colombia, donde la penetración del cable es superior al 80 por ciento de la
población, incluso en estratos bajos, y la televisión gratuita radiodifundida
llega aproximadamente al 92 por ciento del territorio nacional, consolidándose
como la principal fuente de esparcimiento, por facilidad de acceso y costos, en
particular para la población menos favorecida.
Considerando
que la tele, no solo no muere, sino que está en desarrollo a través de
diferentes pantallas, es decisivo que se
amplíe la oferta de contenidos, por ejemplo asignando el Tercer Canal, y se
regule conforme a las necesidades de cada una de las pantallas; no olvidemos
que las leyes que rigen la televisión en Colombia, en los aspectos técnico y
conceptual, datan de casi veinte años atrás, lejos de los desarrollos
tecnológicos y las posibilidades de contenidos actuales.
Urge
repesensar la televisión en Colombia y entender que las nuevas plataformas son extensiones
que ofrecen otra forma de ver a distancia. ¡Larga vida a la televisión!.
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