Se ha
iniciado la publicidad política autorizada para las elecciones de marzo; las
calles se empapelarán, los cielos brillarán con vallas fulgurantes, los
periódicos ampliarán su paginación para dar campo a largas columnas de avisos y
las emisoras radiales colapsarán con cuñas que terminarán velozmente informando
que son “Publicidad política pagada”; será difícil encontrar ideas, propuestas,
verdades en el mar de promesas redactadas de todas las formas posibles, e
identificar la auténtica sonrisa de los candidatos en sus imágenes.
Sin
embargo, en esa mojiganga comercial, en la que se reparte la mermelada de la
pauta, la normatividad legal de nuestro país dejó por fuera a la televisión. Resulta
por lo menos curioso ver cómo en las Leyes 130 y 1475, que reglamentan lo
concerniente a los partidos políticos y procesos electorales, y mediante un
concepto -el 10920-2012 del Consejo Nacional Electoral- se autoriza la
propaganda exterior, radio y prensa; además, se establecen espacios gratuitos de participación
de candidatos en los canales de televisión radiodifundidos, públicos y privados,
pero se prohíbe rotundamente, la propaganda política pagada en la televisión,
excepto para las campañas presidenciales.
Es
decir, la televisión no solo, no puede comercializar pauta, sino que debe
destinar espacios gratuitos para que los candidatos expongan sus propuestas,
cosa que no se les demanda a otros medios de comunicación.
Es
injusto para los canales de televisión, comercialmente hablando, que por ser
eficientes en el impacto mediático, deban privarse de percibir los ingresos que,
por concepto de pauta, dejan las campañas políticas; situación similar se
presenta con la publicidad del licor, la que tiene restricciones superiores
para el medio audiovisual.
No
es que, como televidente, me guste encontrar plagados de publicidad política a
los canales de tv, o que me parezca bien que se incite al consumo de licor; se
trata es, de que se midan con el mismo rasero las posibilidades comerciales y de
que, en una época de abundancia, la propaganda electoral se permita en todos
los medios en igualdad de condiciones.
Lo
que sí puede hacer la ‘tele’, según la circular de la Autoridad Nacional de
Televisión y el Consejo Nacional Electoral, es “solo presentar candidatos en
los noticieros y en los espacios de opinión durante la campaña electoral,
garantizando el pluralismo”; habrá que ver, qué entienden por pluralismo los ‘mercaderes
audiovisuales’ de la región, pues por algo se han ‘peleado’, de todas las
formas posibles, los espacios noticiosos regionales.
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