En
el reino de los nativos digitales, de los jóvenes que crecieron con los
dispositivos electrónicos y la interactividad de las redes, no es nuevo que los
murmullos de las esquinas se conviertan en estruendosos reclamos, gestados a
través de los medios virtuales y materializados en conglomeraciones
monumentales.
Antecedentes
como la caída de Mubarak en 2011, cuando los jóvenes, a través de internet,
hicieron coincidir su inconformidad y, posteriormente, la presentaron al mundo,
permitiendo conocer el poder de la revolución egipcia, son un ejemplo de la
capacidad de los medios digitales para develar lo que los dictadores,
arbitrariamente y menoscabando la libertad de información, han pretendido esconder,
cerrando medios, reprimiendo periodistas y poniendo talanqueras al ejercicio
informativo.
El
reciente caso de Venezuela, donde se ha torpedeado la función de los medios de
comunicación convencionales, tales como los periódicos de la oposición, a los
que el papel les escasea, mientras los oficialistas acceden sin impuestos ni prórrogas
a la materia prima; donde además se censuran canales: los nacionales con una
tal ley de “responsabilidad”, y los internacionales como NTN24 –al cual, los operadores de cable venezolanos debieron
sacar del aire, so pena de represalias gubernamentales-, pone de manifiesto la
necesidad de ampliar y apoyar la política pública de reducción de la brecha
digital, garantizando el acceso libre y democrático a las tecnologías de la
información y la comunicación, pues gracias a ellas y nuevamente a los jóvenes
indignados, Venezuela, hoy, es tendencia mundial en las redes sociales y se
encuentra en la mira de los medios de comunicación convencionales y digitales, permitiendo
la circulación de la información al interior del país y la difusión de imágenes y testimonios con múltiples
puntos de vista para el mundo.
Cuando
los medios están en las manos de cualquiera que pueda acceder a un dispositivo
móvil con acceso a internet, -aunque los enemigos de la verdad intenten también
bloquear los soportes digitales, como es el caso de tuiter, que ha manifestado
en comunicado reciente, bloqueos parciales en Venezuela-, es mucho más difícil aplicar
censura, puesto que la información, en ese caso, es ubicua y la tecnología para
difundirla es alcanzable.
La
virtud del periodismo ciudadano es la
omnipresencia y la polifonía, pero debe,
como cualquier forma de periodismo, ser fiel a la verdad; por eso, no se
puede permitir que caiga en la manipulación, para que las manifestaciones
digitales no pierdan legitimidad.
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