Se
está iniciando un nuevo proceso electoral que nos llevará a elecciones al Congreso
de la República y, con él, los preparativos para el ‘cubrimiento’ televisivo
que garantizará la difusión informativa a los espectadores, el mismo que, como
muchas veces sucede, podría resultar direccionado a favor de alguno o algunos
candidatos.
Piscitelle
afirma que “durante varias décadas nuestra realidad fue co-construida por la
televisión” y esa co-construcción, si bien ha perdido protagonismo ante el
reinado de los medios digitales, no ha desaparecido, menos aún en las pequeñas comunidades, en donde
todos se conocen con todos y, la gracia de verse en la pantalla, llama tanto la
atención que garantiza la audiencia.
Algunos
‘mercaderes’ audiovisuales de varios medios de la región han sostenido ‘la
caña’ de un noticiero de televisión solamente por los dividendos políticos que ello
representa; producir un noticiero serio y bien estructurado, implica una logística
compleja en disponibilidad de equipos y personal permanente, además de un grupo
de periodistas calificado y dedicado, pero muchos lo toman a la ligera y lo
resuelven con camarógrafos-reporteros-presentadores, todo en uno, lo que en
otras narrativas audiovisuales, más adecuadas para este tipo de prácticas, se
conocería como videógrafos; esto, con el fin de aligerar los altos costos que
implica hacer informativos audiovisuales, lo que por supuesto, redunda en la calidad
del producto pero, sobre todo, en la excelencia y rigor informativo.
Un
noticiero es considerado la columna vertebral de un canal generalista; sobre él
recae en muchas oportunidades la responsabilidad del retorno de la inversión
del negocio televisivo pero, más que eso, el prestigio de la empresa
audiovisual y la oportunidad de mantener a todos los actores de la esfera
pública ‘engrasados’; es así como las grandes cadenas televisivas montan
servicios informativos de tres y hasta más emisiones al día, lo que supone
altas inversiones en producción. Para los pequeños canales resulta un reto
político sostener noticieros que no terminen siendo serviles de los actores
políticos, lo que solo se logra cuando esos mismos canales asumen la
producción propia de las piezas informativas; sin embargo, bajo la figura únicamente
existente en nuestro país, de la producción mixta, muchos de los espacios periodísticos
terminan en manos de terceros, esos a los que he denominado ‘mercaderes’, quienes no tienen mayor interés que el de dar
pantalla a sus amigos, o no amigos, valiéndose de lo que Jorge Acevedo explica cuando
afirma que “La propia narrativa periodística es una estrategia discursiva de
jerarquización, de selección de unos temas o hechos con relación a un conjunto
mucho mayor”; es decir, la opción subjetiva de lo que se va a contar, porque
así es la polítiquería, interesada e inescrupulosa, para posteriormente pasar
factura de contratos y favores.
Esperemos
que en la licitación que está por terminar, para acceder a los noticieros del
canal regional, se barajen nuevas opciones y, otros productores, se animen a
presentar propuestas que cambien la cara y la dinámica de la información
regional y NO que queden los mismos con las mismas o, lo que sería peor, los
mismos con más.
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