En el mundo audiovisual, salvo
contadas excepciones, la calidad del producto es directamente proporcional a la
inversión realizada en su producción; hacer televisión es un proceso complejo y
sobre todo COSTOSO.
La televisión privada ha debido
ingeniárselas para sostener
económicamente una estructura de producción, diseñada para satisfacer el gusto
cada vez más exigente del grueso de televidentes; por ello, lo que nos ofrecen,
se limita a contenidos, géneros y formatos, comercialmente más rentables; en
cambio la televisión pública, debe, por esencia y normatividad regulada por la
autoridad del ramo, suplir los vacíos de contenido que dejan los privados, en términos
de descentralización,representación e identidad; como este tipo de contenidos
no produce dinero, es responsabilidad del estado, destinar los recursos
necesarios para producir programas que hagan visible lo que la televisión
comercial, por cuestiones de mercado, se abstiene de hacer: eventos deportivos
aficionados, manifestaciones culturales, expresiones artísticas locales, etc.
Colombia cuenta con un modelo de
tv pública regional (8 canales) similar a la televisión pública autonómica española (13
canales); sin embargo, el presupuesto destinado por el estado en sendos países
dista mucho el uno del otro; en España, la televisión regional recibió en 2012
más de 3.500 billones de pesos, mientras que en Colombia en 2013, se destinaron
48 mil millones; para referirnos a un caso puntual, la televisión canaria
recibió transferencias por más de 85 mil millones de pesos, mientras que
Telecafé percibió 6 mil millones por concepto de recursos ordinarios. En este
contexto se debe valorar el debate que se ha abierto, a raíz de las
declaraciones del Contralor de Bogotá, sobre los recursos que recibe Canal
Capital por parte del Distrito y su imposibilidad de autosostenibilidad; esta posición oficial, puede marcar una pauta
que afecte a toda la televisión pública regional, incluido ahí nuestro Telecafé.
No está bien que el ente de control desconozca que la utilidad de la televisión
pública, básicamente, debe ser social y que, si bien los canales regionales son
empresas industriales y comerciales del estado, los recursos que captan por
concepto del ejercicio comercial son, apenas, un complemento a las
transferencias nacionales o aportes gubernamentales locales o regionales, los
mismos que se hacen fundamentales para
cubrir los altos costos de operación, incluso realizando producciones
pequeñas.
Lo que si deben hacer los entes
estatales es velar porque lo invertido en producción, se traduzca en un
producto de calidad y que los contenidos sean coherentes con la filosofía de la
televisión pública, amén de que no estén al servicio de uno o varios políticos
de turno.
Hay que saber pues que, si se
quiere tener televisión pública de calidad, hay que sumar recursos del Estado,
del ejercicio comercial y de los socios; hace bien la administración del
Distrito en apoyar la producción de Canal Capital; ese ejemplo lo deberían seguir
los que reclaman participación gratuita en Telecafé.
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